
29 May Si quieres ser líder busca buenas compañías
Con el voto un candidato obtiene la confianza de los ciudadanos y se hace depositario de la autoridad para guiar durante la próxima legislatura, el país, la comunidad autónoma o el municipio. Porque en los estados democráticos, para ser presidente o alcalde se requiere someterse a las urnas, a la voluntad de los votantes. Pero en las empresas no sucede así, la elección de sus líderes se lleva a cabo por métodos menos “democráticos”. No obstante un rasgo tienen en común: en ambos casos aunque se le confiere el poder, tienen que ganarse la autoridad y eso solo se consigue cuando la persona se rodea de buenas compañías.
Con el poder legítimo, ya sea por la autoridad formal delegada por la alta dirección de la organización o por la sociedad a través de las urnas, se obtiene una posición relevante con derechos y obligaciones que ofrece la capacidad de influir en el comportamiento de otras personas y así, pueden darse “órdenes” y tomar decisiones que afecten a su ámbito específico de responsabilidad. Asociada a la posición se encuentra la facultad de premiar o de sancionar. Una capacidad que permite a la persona que la ocupa gratificar o recompensar con incentivos para modificar la conducta de otras personas o de sancionar e “intimidar” o recibir alguna consecuencia negativa si no se producen determinados comportamientos (frecuentemente es más por la percepción que tienen los demás que por el valor real de llevarlo a cabo). Pero, aunque contar con poder legítimo y la capacidad de sancionar o recompensar logra que las personas se muevan y hagan algo, esto no es liderazgo.
Liderar exige distinguirse del resto de las personas e inspirarles para que de manera entusiasta los individuos trabajen por conseguir una meta común.
Manuel Garcia Palomo
Un proceso que identifica oportunidades, que guía, alimenta y apoya a las personas a través del ejemplo para producir un resultado en un proyecto superior. La influencia emana del reconocimiento por el resto de personas del valor que aportan sus conocimientos, su experiencia o sus capacidades, o por la existencia de unos rasgos personales percibidos como valiosos y atractivos. Es decir, ¡liderar exige contar con el reconocimiento de los demás!, pues son ellos y ellas, y solo ellos y ellas, quienes confiere la autoridad y por tanto demuestran la confianza que permite validar sus decisiones. Por eso, cuando quien ocupa la dirección, la alcaldía o la presidencia, pierde esa confianza prestada de sus seguidores, aunque conserve la posición y la ocupe de manera legítima, ve limitada su capacidad de influir con sus decisiones, pues ya no cuenta con el favor de su reconocimiento. Así que además de poseer todo lo necesario para estar en la dirección, la alcaldía o la presidencia, cuida especialmente a tus seguidores, no es oportuno despegarse de ellos y olvidarse de que son tu recurso principal. Servirles es más útil que servirte de ellos, por eso, si de verdad quieres liderar asegúrate de encontrar buenas compañías y de atenderlas bien.
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